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Memorias, resistencias y futuros: estrategias colectivas en el Seminario Regional de la Articulación Feminista Marcosur

  • Foto del escritor: CISCSA
    CISCSA
  • 23 oct
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 4 nov

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En un contexto de creciente avance de los fundamentalismos, la derechización política y los retrocesos democráticos, más de cuarenta feministas de toda América Latina y el Caribe se reunieron el 17 de septiembre en Río de Janeiro para reflexionar colectivamente sobre los desafíos actuales de la región.


El Seminario Regional “Violencias, Democracias y Feminismos en América Latina y el Caribe” fue un espacio de encuentro, análisis y memoria impulsado por CISCSA Ciudades Feministas para fortalecer a las organizaciones integrantes de la Articulación Feminista Marcosur (AFM) en torno a los abordajes sobre las violencias que viven las mujeres en sus diversidades, estrategias de resistencia, así como también para continuar tejiendo alianzas con otras organizaciones y redes que trabajan la problemática. Todos los intercambios, disponibles aquí.



Tejer memoria y estrategias


En la apertura, Ana Falú, directora de CISCSA y cofundadora de la AFM, subrayó la importancia del encuentro en tanto “Este seminario nos invita a mirarnos como movimiento, a reconocernos en nuestras historias y a renovar las estrategias frente a un tiempo que exige más creatividad, más articulación y más fuerza política para sostener nuestras conquistas”.


A 25 años de la creación de la Articulación Feminista Marcosur, Ana destacó que “seguimos construyendo colectivamente respuestas frente a las violencias que persisten y se transforman, frente a los discursos que buscan retroceder nuestras conquistas, y frente a las nuevas formas de control sobre los cuerpos, los territorios y las vidas de las mujeres y disidencias”. 



Este encuentro se inscribe en el proyecto regional “Feministas Articuladas contra la violencia de género en América Latina y el Caribe”, coordinado por CISCSA, Ciudades Feministas junto a organizaciones de la AFM, en el marco de la Iniciativa “Actuemos para poner fin a la violencia contra las mujeres” impulsada por ONU Mujeres. Esta iniciativa busca fortalecer la articulación regional y recuperar la memoria feminista sobre las luchas contra la violencia en las últimas décadas, aportando a la construcción de nuevas estrategias de incidencia en un contexto marcado por retrocesos democráticos y el avance de discursos conservadores.


La coordinadora regional de Programas Eliminación de la Violencia contra las Mujeres de la Oficina Regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres, Michelle Mendes, subrayó la importancia de este encuentro en un año de aniversarios clave: los 25 años de la AFM, los 30 años de la Plataforma de Acción de Beijing y los 30 años de la Convención de Belém do Pará. “Vivimos un tiempo de regresión y ataques a los derechos conquistados, pero también de articulación y resistencia. Porque somos muchas y diversas, con distintas agendas que responden a distintas realidades, pero tenemos mucho que ganar si estamos articuladas. América Latina tiene mucho que enseñar a otras regiones porque nuestro movimiento feminista aquí tiene un poder de resiliencia muy grande” señaló.



Los nuevos ciclos de violencia


La primera mesa del seminario, moderada por Liz Meléndez (Centro Flora Tristán, Perú), propuso una mirada histórica y política sobre los feminismos latinoamericanos. 


Line Bareiro, politóloga paraguaya, cofundadora de la AFM y exintegrante del Comité CEDAW, hizo un recorrido por los grandes hitos del movimiento desde 1975, cuando se celebró la Primera Conferencia Mundial de la Mujer en México. Analizó los avances conquistados —como la institucionalización de políticas de género, la CEDAW o la adopción de leyes de paridad— y advirtió sobre un “fin de ciclo” marcado por el auge de la extrema derecha, los fundamentalismos religiosos y la cooptación de discursos feministas por proyectos autoritarios. “La igualdad no puede medirse solo por la presencia de mujeres en el poder, sino por el contenido de sus acciones”, advirtió.



Munah Malek, de la Articulación de Mujeres Brasileñas y del Levante Feminista contra el Feminicidio, aportó una mirada intergeneracional e interseccional sobre la violencia estructural. A través de un relato poético, habló de “la pedagogía de la crueldad” que organiza la vida de niñas y mujeres en una región donde el patriarcado, el racismo y el capitalismo se entrelazan. “Si la violencia es pedagógica, también lo es la resistencia. El feminismo latinoamericano, popular, enseña la pedagogía de la solidaridad, la justicia y la del derecho a la vida plena”, expresó.


El intercambio posterior entre participantes permitió profundizar en la complejidad del momento actual. Lilian Celiberti, de Cotidiano Mujer (Uruguay), propuso que, además de hablar de desigualdad, hay que empezar a hablar de la “dueñidad” que plantea Rita Segato: “la apropiación de la vida, de los cuerpos y de los territorios como ejercicio extremo del poder patriarcal”. Retomando el fin de ciclo que planteó Line, Lilian afirmó que estamos en un ciclo donde figuras como Trump, Bolsonaro o Milei, destruyen los parámetros democráticos más elementales. “Y esa destrucción tiene que ver con sentirse dueños, y esa dueñidad está siendo respaldada de manera legal, por ejemplo en los Congresos, pero también de manera ilegal, por los poderes fácticos”. 


Otras voces, como las de Clara Merino (Luna Creciente, Ecuador) y Tania Sánchez (Coordinadora de la Mujer, Bolivia) alertaron sobre los retrocesos democráticos, la criminalización de la protesta y la fragmentación del movimiento feminista frente al avance de discursos conservadores. En ese sentido, Tania analizó que “el revanchismo que hay contra el movimiento feminista no emerge solo contra lo que hemos logrado, sino también porque estamos planteando otra forma de hacer política”.  


También se debatió sobre el riesgo del punitivismo en las políticas estatales. “Nuestros argumentos han sido apropiados por la derecha” advirtió Guacira Oliveira, del Centro de Estudios Feministas y Asesoría de Brasil (CFEMEA). “Hoy vemos parlamentarias conservadoras impulsando leyes contra la violencia que refuerzan el encarcelamiento y la represión, sin enfoque educativo ni transformador”.




Un sistema que queremos transformar


Schuma Schumaher, de la Red de Desarrollo Humano (REDEH) y Analba Brazão, de SOS Corpo, presentaron los avances de un trabajo en curso sobre los 30 años de políticas y luchas feministas contra las violencias en América Latina. Su mapeo muestra un panorama dominado por leyes punitivas y escasas políticas de prevención. “La mayoría de las normas se centran en la sanción, no en la transformación cultural ni en la educación. La violencia sigue aumentando: eso nos interpela a repensar nuestras estrategias”, afirmó Schumaher.


A su turno, Francisca Pérez Prado, de La Morada (Chile), propuso “volver a anclar el discurso feminista en la experiencia material de los cuerpos y las voces”, advirtiendo que la institucionalización y la “cifra” de la violencia han desplazado su dimensión vital y política.


En los debates grupales se destacó la necesidad de reconstruir alianzas y repensar las estrategias feministas ante el resurgir del autoritarismo y las economías ilegales que atraviesan los territorios. Las participantes coincidieron en que la erradicación de la violencia no puede separarse de la lucha por democracias más justas, por la redistribución del cuidado y por la autonomía económica de las mujeres.



Las salidas frente a las múltiples violencias no pueden ser individuales ni unívocas. Como señaló Munah, es necesario apostar por respuestas colectivas que partan de nuevos lenguajes y miradas, capaces de incorporar a las juventudes en la construcción y reconstrucción de formas distintas de hacer política. En ese sentido, la movilización de nuevas narrativas es una condición esencial para transformar las estructuras que sostienen la desigualdad y la violencia.


El desafío, expresó soledad pérez, de CISCSA, es volver a pensar las violencias como parte de un sistema que queremos transformar. “Hacerlo desde la ternura, desde la alegría y desde la potencia colectiva de nuestros feminismos.”


El seminario concluyó con un mensaje claro: frente a los tiempos de miedo y fragmentación, las feministas latinoamericanas vuelven a encontrarse para tejer memoria, transformar las denuncias en propuestas y los encuentros en nuevas alianzas por una vida libre de violencias.





 
 
 

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