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La potencia de la imaginación feminista hacia territorios más habitables


El lunes 2 de noviembre realizamos el encuentro de cierre del Curso Virtual “Ciudades y derechos: debates y desafíos desde el urbanismo feminista”, organizado por CISCSA, la Red Mujer y Hábitat LAC y la Articulación Feminista Marcosur en articulación con la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba.

La propuesta fue ofrecer un espacio de reflexión, intercambio y formación gratuita entre integrantes de organizaciones sociales, organizaciones territoriales de mujeres y feministas, equipos técnicos y público en general. Durante sus 8 semanas de desarrollo, se abordaron ejes nodales en relación al derecho de mujeres y disidencias a las ciudades, como las nuevas geografías del poder, capitalismo/extractivismo urbano, uso del suelo y ordenamiento territorial; politización del espacio cotidiano y derecho a tierra, vivienda y hábitat; trabajos de cuidados e infraestructuras urbanas al servicio de la redistribución, economías que ponen los cuidados en el centro; dicotomía ciudad prohibida-territorios del deseo y la potencia de la imaginación feminista en la construcción de los territorios.


También se realizaron tres foros abiertos: Feminismos urbanos, urbanismos feministas; Habitar las ciudades más allá de las violencias; y ¿Cómo pensar el hábitat desde una perspectiva feminista?, en el marco del Día Mundial del Hábitat y co-organizado junto al Programa de Extensión “Producción social del hábitat urbano” de la FCS-UNC.


El curso contó con la coordinación de Ana Falú, la co-coordinación de Paola Blanes y el apoyo de un equipo técnico conformado por Soledad Pérez y Bahía Flores. También brindaron aportes y materiales Maite Rodigou Nocetti, Mercia Alves, Liliana Rainero, Ana Laura Elorza, Laura Sarmiento, Denise Mattioli, Alejandro Brunelli, Ana María Vásquez Duplat, Leticia Echavarri, y Mara Nazar.

A partir del último módulo de trabajo, se realizó una propuesta síntesis de nuevos mundos posibles, territorios a construir, más habitables e igualitarios, a partir de la potencia de la imaginación feminista. El material fue diseñado por la artivista local Emitxin y se nutrió de los intercambios y propuestas que surgieron en el transcurso de la formación. “La potencia de la imaginacion feminista es la que nos ha permitido inventar formas nuevas y sostener estos principios feministas de acción colectiva que tratamos de que estén presentes todo el tiempo en las cosas que hacemos y en los debates que damos. Tuvimos la idea de proponerles una tarea cuasi imposible que es tratar de plasmar en otro formato que no sea el de la palabra escrita, a partir de los debates que nos habíamos dado, cómo imaginamos estas ciudades y territorios feministas que queremos habitar. Dejar de lado conceptos duros e imaginar desde cero estas realidades que queremos construir”, explicó Paola Blanes, quien co-coordinó el curso.


Juntas recorrimos tramo a tramo esta síntesis que abre caminos y nuevas preguntas. Comenzamos por las experiencias en clave colectiva: el cooperativismo, las ollas populares como espacios que politizan muchos de los temas trabajados, experiencias que recuperan el espacio público en claves diferentes al extractivismo urbano, y también recursos y buenas prácticas para trabajar como mapeos, encuestas, caminatas de reconocimiento o de visibilización feminsita de los espacios, y expresiones artísticas no como escenarios para acompañar algo sino como construcciones que nos inspiran a pensar nuevas formas de habitar.


La ciudad fue pensada desde cuatro dimensiones. En su dimensión política, donde surgieron reflexiones vinculadas a democratizar las formas de gestión, incluir las voces que no están contempladas, y hasta cuestionar la lógica representativa de las democracias: cómo construir una forma de gobierno orientada a la participación directa, a formas de gobierno comunales o comunitarias, y que contemplen e incorporen la diversidad saberes y experiencias de quienes habitan las ciudades. En este sentido, se ponen en valor herramientas como las asambleas feministas y la educación popular.


En cuanto a la dimensión simbólica de las ciudades, insiste la necesidad de la memoria para recuperar el protagonismo de las mujeres y disidencias en la construcción de las ciudades. Aparecen preguntas sobre las niñeces, los estereotipos y la necesidad de transformar las imágenes y las formas de nombrar, visualizar qué mujeres aparecen en los debates públicos y repensar esos protagonismos hacia las compañeras con potencia individual y colectiva haciendo ciudad en los territorios.


Sobre la dimensión material de las ciudades, aparecen aportes en relación a las escalas de la ciudad y los derechos -uso del suelo, vivienda urbana, soberanía alimentaria, bioconstrucción, sustentabilidad, servicios públicos, transporte y movilidad-. Se invita a repensar la dicotomía público-privado y a resignificar el espacio público como espacio de encuentro y de construcción colectiva que contemple necesidades múltiples de una diversidad de actores.


Por último, al abordar la dimensión económica de nuestras ciudades, la cuestión predominante fue cómo poner los cuidados y la vida en el centro. Se remarcó la necesidad de profundizar el debate, que no solo abarque la democratización de los cuidados y la visibilización de la división sexual del trabajo, sino que complejice hacia las formas de construcción del trabajo cooperativo, autogestivo. Se destacó la importancia de desarrollar lógicas de economía colectiva con la mirada puesta en el cuidado de la tierra y de los bienes comunes, así como de reinventar las relaciones entre sujetos no como consumidores sino como miembros de redes de intercambio, producción colectiva y resolución de necesidades.


Hacia el final del encuentro, compañeras de toda Latinoamérica que participaron del Curso Virtual compartieron con emoción sus aprendizajes y deseos de continuar conectadas, formar redes de trabajo y continuar pensando las ciudades y territorios que quieren habitar. Caro, de Chile, dijo que lo que aprendió fue a “nombrar, a materializar las experiencias”, mientras que Nívea, de Ecuador, compartió: “Lo de las cooperativas e inmobiliarias populares me tiene dando vueltas para ver cómo lo vamos a hacer. Es una propuesta muy potente de este trabajo. Aprendí a no ver los hechos sociales separados sino articulados y entendí una vez más cómo esta exclusión a las mujeres, esta marginación, se da en todos los espacios, y cómo el poder es el que controla todo, inclusive nuestras vidas. Me voy con un mayor compromiso”.


Como cada vez que nos encontramos, nos reconocemos y trabajamos juntas, se potencian las ganas de transformarlo todo. “Tengo ganas de repasar toda esta sistematización y hacerla después desde el territorio”, dijo Mariana, de Bolivia, y María José, de Colombia, agregó: “Muchas preguntas que me había hecho, veo que hay otras organizaciones que ya tienen algunas experiencias y avances. Es una gran inspiración para seguir organizándonos, conectándonos”.














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